Una tormenta solar habría impactado la Tierra el día 31


WASHINGTON.- La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés), mostró este viernes imágenes de una gigantesca erupción solar registrada el pasado lunes 31 de diciembre, que pudo haber afectado a los planetas más próximos en el sistema.
Expertos de la NASA dijeron que las fuerzas magnéticas impulsaron el flujo de plasma pero sin la fuerza suficiente para superar la gravedad del Sol, por lo que la mayor parte de esa materia volvió a caer a la superficie incandescente.
La duración de la erupción se extiende alrededor de 160,000 millas (257,495 kilómetros) hacia fuera del Sol. Con la Tierra alrededor de 7,900 millas de diámetro, la erupción relativamente menor de edad es alrededor de veinte veces el diámetro de nuestro planeta, señalaron los expertos.
Científicos de la NASA esperan ver una mayor actividad solar a lo largo del 2013 cuando el Sol llega a una etapa de su ciclo de lo que lo hace más propenso a erupciones.
Una fuerte tormenta solar impactó de lleno en la Tierra en marzo del año pasado, el evento geomagnético más importante desde 2004, pero la descarga de radiación del Sol causó escasos trastornos en la red de eléctricas, aunque obligó a las compañías aéreas a desviar sus rutas en torno a los polos y provocó impresionantes imágenes de aurora boreal en algunas partes del mundo.
El evento comenzó con una serie de explosiones en el Sol que enviaron partículas cargadas a gran velocidad hacia la Tierra, pero la tormenta pareció esfumarse el jueves, sin causar cortes de energía o problemas con los sistemas de navegación GPS como se esperaba.
Las condiciones cambiaron horas después, cuando aumentó la ferocidad de la tormenta, elevándola a la categoría de “fuerte” (G3) en una escala de uno a cinco, conforme a las previsiones.
En los estados del norte de Estados Unidos, como Wisconsin, Michigan y Washington, hubo reportes de un espectáculo de luz nocturna causado por la aurora boreal, cuando partículas altamente cargadas interactúan con el campo magnético de la Tierra, creando un colorido brillo.
Las tormentas geomagnéticas y de radiación son cada vez más frecuentes a medida que el Sol evoluciona de su período de mínima a máxima actividad en los próximos años, pero los humanos generalmente están protegidos por el campo magnético de la Tierra.
Sin embargo, algunos expertos están preocupados porque, como la dependencia de la tecnología de satélites GPS es mayor de lo que era durante el último máximo de actividad solar, podría haber mayores trastornos en la vida moderna.
El Congreso de EEUU pidió a sus compatriotas que se preparen ante la llegada de lo que se bautizó como “la tormenta solar del siglo”.
La NASA alertó que, en 2013, el Sol llegará a una etapa de su ciclo natural durante la cual los grandes eventos, como llamaradas y tormentas solares son más probables, por lo que solicitó que se desarrollen planes de emergencias de cara a estar preparados.
Según detalla el diario español ABC, en una resolución parlamentaria, actualmente en trámite, EE.UU. solicitó a las comunidades locales que se doten de los recursos necesarios para abastecer a la población de un mínimo de energía, alimento y agua.
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La tormenta solar de 1859 es considerada la tormenta solar más potente registrada en la historia.
En el año 1859 se produjo una gran eyección de masa coronal o fulguración solar.1 A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaban al sur hasta el Caribe.2
El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. Los primeros indicios de este incidente se detectaron a partir del 28 de agosto de 1859 cuando por toda Norte América se vieron auroras boreales.
Se vieron intensas cortinas de luz, desde Maine hasta Florida. Incluso en Cuba los capitanes de barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del cenit. En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en los Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, tanto en Europa como en Norteamérica. Se observaron auroras en zonas de baja latitud, como Roma, Madrid, La Habana y las islas Hawái, entre otras.

En las Islas Baleares encontramos una referencia en el Diario de Menorca.

Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás no dejaron de causar un efecto maravilloso.—J. Hospitaler, 'Diario de Menorca' - Año 2 Número 237 (04/09/1859)3

Fue la interacción más violenta que nunca se ha registrado entre la actividad solar y la Tierra. La acción del viento solar sobre la Tierra el año 1859 fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. El día 28 de agosto aparecieron numerosas manchas solares, y entre los días 28 de agosto y 2 de septiembre se declararon numerosas áreas con fulguraciones. El 1 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada, con un área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual. Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. El campo magnético terrestre se deformó completamente y esto permitió la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera, dónde provocaron extensas auroras boreales e interrupciones en las redes de telégrafo, que entonces estaba todavía muy poco desarrollado.
Una tormenta solar de esta magnitud tendría graves consecuencias para la civilización actual. Los rayos cósmicos erosionan los paneles solares de los satélites artificiales y reducen su capacidad para generar electricidad. Muchos satélites de comunicaciones, por ejemplo la ANIK E1 y la E2 en 1994 y Telstar 401 de 1997 han resultado dañados por este motivo. Un caso un poco diferente se debe a la expansión de la atmósfera por los rayos X que produjo daños al Asko japonés el 14 de julio de 2000. Los satélites artificiales han sido diseñados específicamente para evitar las calamidades del clima espacial, pero las redes eléctricas son incluso más frágiles. Los grandes transformadores están conectados a tierra y, por tanto, pueden ser susceptibles de ser dañados por las corrientes continuas inducidas por las perturbaciones geomagnéticas y aunque los transformadores evitasen la destrucción de los núcleos magnéticos se podrían cargar durante la mitad del ciclo de corriente alterna, lo que distorsionaría la forma de las ondas de 50 o 60 Hertz. En el año 1859, el invento del telégrafo se había producido 15 años atrás y la infraestructura eléctrica estaba realmente en su infancia. La tormenta solar de 1994 causó errores en dos satélites de comunicaciones, afectando a los periódicos, las redes de televisión y el servicio de radio en Canadá. Otras tormentas han afectado sistemas desde servicios móviles y señales de TV hasta sistemas GPS y redes de electricidad. En marzo de 1989, una tormenta solar mucho menos intensa que la perfecta tormenta espacial de 1859, provocó que la planta hidroeléctrica de Quebec (Canadá) se detuviera durante más de nueve horas; los daños y la pérdida de ingresos resultante se estiman en cientos de millones de dólares. Como señala una página web de la Universidad George Washington "la meteorología espacial, que es el resultado de los rayos X y de partículas de alta energía del Sol que interactúan de manera compleja con la Tierra, atmósfera y campo magnético, a menudo afectan a los modernos sistemas tecnológicos negativamente (por ejemplo, satélites, la red eléctrica, la radio), causando pérdidas económicas y sociales en las latitudes altas de la Tierra, como el norte de Estados Unidos, Canadá, Escandinavia y Rusia, que están en particular riesgo porque los campos magnéticos convergen en estas regiones "