En 2013 se espera un pico de actividad solar mayor aún que el de 2012.



Estudio científico la Humanidad, así como toda la flora y fauna de la Tierra, degenerarán en organismos unicelulares como consecuencia de la evolución física del Sol

En unos 2.800 millones de años toda la vida biológica en la Tierra morirá como consecuencia de la entrada del Sol en la fase final de su existencia". A esta conclusión llegaron los investigadores escoceses de la Universidad de St Andrews, que publicaron los resultados de su estudio en la influyente revista británica ‘New Scientist’, revelando que la última vida en nuestro planeta perecerá en 2.800 millones de años.
"En unos 2.800 millones de años toda la vida biológica en la Tierra morirá como consecuencia de la entrada del Sol en la fase final de su existencia, que será acompañada por un aumento drástico de su volumen, que hasta le hará convertirse en una gigante roja", precisa el jefe de la investigación, Jack O'Malley-James. Llega la "era de decadencia"

Pero previamente al hecho, "en unos 1.800 millones años, estos cambios en el Sol transformarán a todos los seres vivos, incluso a los humanos", sostuvo el experto. De acuerdo al científico, en busca de determinar las formas biológicas de la "era de decadencia de la vida", en la Tierra se han aplicado modelos matemáticos que analizan la dinámica del entorno ecológico bajo los efectos de los desastres naturales, relacionados con el Sol.

"El desarrollo de la vida en el planeta transcurrió de lo simple a lo complejo, y luego, tal vez, vaya en la dirección opuesta". "Al final hemos llegado a un resultado sorprendente: en el futuro, aunque muy lejano, los únicos habitantes de nuestro planeta serán organismos unicelulares que flotarán en las cuencas aisladas con agua salada y caliente", afirmó el científico, apuntando que son ellos los que se convertirán en los "herederos biológicos del hombre".

"Al parecer, hay necesidad de una nueva visión del ciclo vital en la Tierra”, comentó Euan Monaghan, investigador de la Universidad Abierta de la ciudad británica de Milton Keynes. “El desarrollo de la vida en el planeta transcurrió de lo simple a lo complejo, y luego, tal vez, vaya en la dirección opuesta: de lo complejo a lo simple. Todo depende del medio ambiente", concluyó el experto.

A las puertas del año 2013, los científicos de todo el mundo se plantean la posibilidad de que la Tierra sea azotada por erupciones solares de gran tamaño. Dichas erupciones podrían bloquear las telecomunicaciones, los servicios de GPS, las redes eléctricas…

Hasta ahora nos encontrábamos sumergidos en un mínimo solar que empezó a sentirse en 2008 y del que empezábamos a salir el pasado año. Ahora, los científicos de todo el mundo creen que el Sol está entrando en una etapa de “gran actividad”, donde las tormentas solares son más frecuentes y de mayor intensidad. Esto no quiere decir que necesariamente deban producirse dichas tormentas, sino que existe la probabilidad de que ocurran.

Para ello, durante los últimos meses, han estado preparando un “plan de contingencia” por si se diera el caso. Sería algo así como tener a los bomberos preparados a principios de verano: no tienen por qué producirse incendios de gran importancia, pero si se producen y no hay un equipo preparado para afrontarlos, puede desencadenarse una catástrofe.
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La tormenta solar de 1859 es considerada la tormenta solar más potente registrada en la historia.
En el año 1859 se produjo una gran eyección de masa coronal o fulguración solar.1 A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaban al sur hasta el Caribe.2
El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. Los primeros indicios de este incidente se detectaron a partir del 28 de agosto de 1859 cuando por toda Norte América se vieron auroras boreales.
Se vieron intensas cortinas de luz, desde Maine hasta Florida. Incluso en Cuba los capitanes de barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del cenit. En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en los Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, tanto en Europa como en Norteamérica. Se observaron auroras en zonas de baja latitud, como Roma, Madrid, La Habana y las islas Hawái, entre otras.

En las Islas Baleares encontramos una referencia en el Diario de Menorca.

Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás no dejaron de causar un efecto maravilloso.—J. Hospitaler, 'Diario de Menorca' - Año 2 Número 237 (04/09/1859)3

Fue la interacción más violenta que nunca se ha registrado entre la actividad solar y la Tierra. La acción del viento solar sobre la Tierra el año 1859 fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. El día 28 de agosto aparecieron numerosas manchas solares, y entre los días 28 de agosto y 2 de septiembre se declararon numerosas áreas con fulguraciones. El 1 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada, con un área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual. Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. El campo magnético terrestre se deformó completamente y esto permitió la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera, dónde provocaron extensas auroras boreales e interrupciones en las redes de telégrafo, que entonces estaba todavía muy poco desarrollado.
Una tormenta solar de esta magnitud tendría graves consecuencias para la civilización actual. Los rayos cósmicos erosionan los paneles solares de los satélites artificiales y reducen su capacidad para generar electricidad. Muchos satélites de comunicaciones, por ejemplo la ANIK E1 y la E2 en 1994 y Telstar 401 de 1997 han resultado dañados por este motivo. Un caso un poco diferente se debe a la expansión de la atmósfera por los rayos X que produjo daños al Asko japonés el 14 de julio de 2000. Los satélites artificiales han sido diseñados específicamente para evitar las calamidades del clima espacial, pero las redes eléctricas son incluso más frágiles. Los grandes transformadores están conectados a tierra y, por tanto, pueden ser susceptibles de ser dañados por las corrientes continuas inducidas por las perturbaciones geomagnéticas y aunque los transformadores evitasen la destrucción de los núcleos magnéticos se podrían cargar durante la mitad del ciclo de corriente alterna, lo que distorsionaría la forma de las ondas de 50 o 60 Hertz. En el año 1859, el invento del telégrafo se había producido 15 años atrás y la infraestructura eléctrica estaba realmente en su infancia. La tormenta solar de 1994 causó errores en dos satélites de comunicaciones, afectando a los periódicos, las redes de televisión y el servicio de radio en Canadá. Otras tormentas han afectado sistemas desde servicios móviles y señales de TV hasta sistemas GPS y redes de electricidad. En marzo de 1989, una tormenta solar mucho menos intensa que la perfecta tormenta espacial de 1859, provocó que la planta hidroeléctrica de Quebec (Canadá) se detuviera durante más de nueve horas; los daños y la pérdida de ingresos resultante se estiman en cientos de millones de dólares. Como señala una página web de la Universidad George Washington "la meteorología espacial, que es el resultado de los rayos X y de partículas de alta energía del Sol que interactúan de manera compleja con la Tierra, atmósfera y campo magnético, a menudo afectan a los modernos sistemas tecnológicos negativamente (por ejemplo, satélites, la red eléctrica, la radio), causando pérdidas económicas y sociales en las latitudes altas de la Tierra, como el norte de Estados Unidos, Canadá, Escandinavia y Rusia, que están en particular riesgo porque los campos magnéticos convergen en estas regiones "