El Sol prepara su pico: aumentan explosiones

Aunque lo vemos como una mansa paloma, el Sol viene recordándonos que está muy activo y podría depararnos una sorpresa. ¿Qué tan fuerte?

Sería peor, por ejemplo, que muchos Katrinas.

Científicos del clima espacial predicen que el pico del ciclo solar 24 vendría en 2013, cuando la Tierra podría estar sometida a un intenso bombardeo de partículas que alterarían en mayor o menor grado la actividad diaria de los humanos.

No es mentira. El sábado a las 21:30, hora colombiana, desde una activa mancha solar, que apenas comienza a darle la cara a la Tierra, se produjo una poderosa eyección de masa coronaria que producirá hoy y mañana tormentas geomagnéticas sobre las regiones polares, de acuerdo con expertos del clima espacial de la NOAA (agencia del clima de Estados Unidos).

Esa región produjo 12 llamaradas en tan solo dos días, según el Solar Dynamics Observatory. Toda la semana pasada hubo, además, constantes tormentas geomagnéticas en respuesta a la creciente actividad solar.

El Sol está vivo adentrándose en la fase más activa del ciclo de 11 años, el número 24. Qué tan fuerte será y qué consecuencias tendrá son las preguntas que se hacen hoy los científicos.

“Las llamaradas solares pueden ser peligrosas cuando interrumpen radiocomunicaciones, en especial de aviones sobre el Ártico, pero sus efectos no duran mucho”, precisó William Pesnell , astrofísico del Centro Goddard de la Nasa.

Pero las eyecciones coronarias de masa que provocan tormentas magnéticas que duran horas o días pueden afectar las redes de conducción eléctrica y los satélites, agregó. O sea: al corazón de la actividad humana.

Más activo
Tras varias semanas de tensa calma, la estrella parece desperezarse luego de un julio y un agosto movidos.

El 23 de julio una eyección coronaria de masa (CME) lanzó partículas cuyo número aumentó 100.000 veces durante una hora, siendo una de las eyecciones más veloces jamás registradas a más de 3.500 kilómetros por segundo. 

Solo el 12 de ese mes se había producido la más impresionante exhibición de auroras de los últimos años debido a la explosión desde la mancha 1520: por 36 horas las tormentas magnéticas rodearon los polos terrestres, produciendo luces del norte en sitios tan al sur como California.

La explosión produjo una llamarada solar del tipo X, la más potente, dirigiendo hacia el planeta unos 1.000 millones de toneladas de plasma electrificado.

Y el 20 de agosto una seguidilla de eyecciones de masa llevaron a la Nasa a decir que el Sol había tenido su momento Eureka.

Qué esperar
Jorge Iván Zuluaga Callejas , astrofísico director del pregrado de Astronomía de la Universidad de Antioquia, cree que aunque todo parece indicar que la intensidad de la actividad solar será una de las menores de las últimas décadas, el campo magnético de la Tierra se ha debilitado y los efectos del Sol podrían ser un poco más severos.

Su observación concuerda con una reciente actualización de la Predicción del Ciclo Solar del Centro Espacial Marshall.

Alberto Quijano Vodniza , director del Observatorio de la U. de Nariño, recordó que el campo magnético de la Tierra es el escudo protector.

El ciclo solar 24 avanza en su tercer año previéndose el máximo para la segunda mitad de 2013. Durante un ciclo aumenta el número de tormentas solares.

No es solo lo acontecido en julio y agosto. El 22 de marzo, una enorme tormenta solar produjo vistosas auroras alrededor de los polos, bombardeando la Tierra con una energía suficiente para brindarle electricidad a todas las viviendas de Nueva York durante dos años.

“Fue la mayor dosis de calor que hemos recibido de una tormenta solar desde 2005”, dijo Martin Mlynczack , del Centro Langley de la Nasa.

La de 1989
El mundo aún recuerda lo sucedido en 1989 y tiene información de lo que aconteció durante el gran evento Carrington en septiembre de 1859 (ver Antecedentes), algo que no se ha vuelto a vivir. 

Hace 23 años, el 10 de marzo de 1989, científicos observaron una masiva explosión en la superficie del Sol y dos días después, al tocar Tierra, el sistema eléctrico de Quebec (Canadá) colapsó y la zona estuvo a oscuras por más de 12 horas. Las afectaciones eléctricas llegaron a sitios tan al sur como Ohio, pero fueron menores las consecuencias. 

El fenómeno se repitió en 2003, pero esta vez el afectado fue Suecia, en la llamada tormenta de Halloween.

Aunque la incidencia sobre los sistemas de interconexión eléctrica es más sentida hacia las latitudes altas, otras regiones del planeta no están exentas. A comienzos de agosto, R. A. Marshall y colegas presentaron una afectación solar en Nueva Zelanda, situada entre los 35 y 46 grados sur.

¿Podría ocurrir de nuevo tan poderosa explosión solar? “Una tormenta similar nos noquearía”, dijo Lika Guhathakurta , física solar en la Nasa. “La sociedad moderna depende de sistemas de alta tecnología como redes eléctricas inteligentes, GPS y comunicaciones satelitales, todos ellos vulnerables”.

Reuniones
Tal es la preocupación, que desde hace seis años se realiza el Space Weather Enterprise Forum que busca crear conciencia sobre el clima espacial y sus efectos en la sociedad. Asisten congresistas de Estados Unidos, empresas de electricidad, funcionarios de Naciones Unidas, la Nasa y otras agencias.

La preocupación es creciente. Un completo estudio de la Academia de Ciencias de Estados Unidos reveló que una fuerte tormenta solar del siglo tendría el impacto económico de 20 Katrinas, solo en territorio americano.

Diferentes instituciones en el mundo, como la Nasa y el Centro de Investigaciones del Clima Espacial de la Universidad de Bradford en el Reino Unido, hacen un monitoreo permanente de la actividad solar. “Podemos rastrear el progreso de las tormentas solares en 3-D”, explicó en un comunicado de prensa Michael Hesse , del Laboratorio del Clima Espacial del Centro Goddard de la Nasa. 

En horas, tras una gran erupción, los computadores dirían hacia dónde va la tormenta y predecirían cuándo ocurriría el impacto, lo que ayudaría a reducir el daño.

Pese a todo no sería posible evitar las afectaciones.
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La tormenta solar de 1859 es considerada la tormenta solar más potente registrada en la historia.
En el año 1859 se produjo una gran eyección de masa coronal o fulguración solar.1 A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaban al sur hasta el Caribe.2
El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. Los primeros indicios de este incidente se detectaron a partir del 28 de agosto de 1859 cuando por toda Norte América se vieron auroras boreales.
Se vieron intensas cortinas de luz, desde Maine hasta Florida. Incluso en Cuba los capitanes de barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del cenit. En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en los Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, tanto en Europa como en Norteamérica. Se observaron auroras en zonas de baja latitud, como Roma, Madrid, La Habana y las islas Hawái, entre otras.

En las Islas Baleares encontramos una referencia en el Diario de Menorca.

Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás no dejaron de causar un efecto maravilloso.—J. Hospitaler, 'Diario de Menorca' - Año 2 Número 237 (04/09/1859)3

Fue la interacción más violenta que nunca se ha registrado entre la actividad solar y la Tierra. La acción del viento solar sobre la Tierra el año 1859 fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. El día 28 de agosto aparecieron numerosas manchas solares, y entre los días 28 de agosto y 2 de septiembre se declararon numerosas áreas con fulguraciones. El 1 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada, con un área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual. Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. El campo magnético terrestre se deformó completamente y esto permitió la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera, dónde provocaron extensas auroras boreales e interrupciones en las redes de telégrafo, que entonces estaba todavía muy poco desarrollado.
Una tormenta solar de esta magnitud tendría graves consecuencias para la civilización actual. Los rayos cósmicos erosionan los paneles solares de los satélites artificiales y reducen su capacidad para generar electricidad. Muchos satélites de comunicaciones, por ejemplo la ANIK E1 y la E2 en 1994 y Telstar 401 de 1997 han resultado dañados por este motivo. Un caso un poco diferente se debe a la expansión de la atmósfera por los rayos X que produjo daños al Asko japonés el 14 de julio de 2000. Los satélites artificiales han sido diseñados específicamente para evitar las calamidades del clima espacial, pero las redes eléctricas son incluso más frágiles. Los grandes transformadores están conectados a tierra y, por tanto, pueden ser susceptibles de ser dañados por las corrientes continuas inducidas por las perturbaciones geomagnéticas y aunque los transformadores evitasen la destrucción de los núcleos magnéticos se podrían cargar durante la mitad del ciclo de corriente alterna, lo que distorsionaría la forma de las ondas de 50 o 60 Hertz. En el año 1859, el invento del telégrafo se había producido 15 años atrás y la infraestructura eléctrica estaba realmente en su infancia. La tormenta solar de 1994 causó errores en dos satélites de comunicaciones, afectando a los periódicos, las redes de televisión y el servicio de radio en Canadá. Otras tormentas han afectado sistemas desde servicios móviles y señales de TV hasta sistemas GPS y redes de electricidad. En marzo de 1989, una tormenta solar mucho menos intensa que la perfecta tormenta espacial de 1859, provocó que la planta hidroeléctrica de Quebec (Canadá) se detuviera durante más de nueve horas; los daños y la pérdida de ingresos resultante se estiman en cientos de millones de dólares. Como señala una página web de la Universidad George Washington "la meteorología espacial, que es el resultado de los rayos X y de partículas de alta energía del Sol que interactúan de manera compleja con la Tierra, atmósfera y campo magnético, a menudo afectan a los modernos sistemas tecnológicos negativamente (por ejemplo, satélites, la red eléctrica, la radio), causando pérdidas económicas y sociales en las latitudes altas de la Tierra, como el norte de Estados Unidos, Canadá, Escandinavia y Rusia, que están en particular riesgo porque los campos magnéticos convergen en estas regiones "